Azucena Pimentel

Recuperemos lo público

Es momento de ajustar la señal y reinventarnos, para darle a millones de personas la oportunidad de transformar el presente y el futuro.

México tiene una deuda histórica con miles de niñas, niños y adolescentes que no han tenido acceso a la educación. Durante décadas se ha fallado en el cumplimiento del mandato constitucional: «El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos». Si bien este espíritu llevó a la creación de las telesecundarias y telebachilleratos, hay amplias regiones de nuestro país en las que no llega la señal de televisión y que han sido marginadas del acceso a internet. 

Esta situación (sobre la cual abundaré en un futuro texto) es inaceptable para un gobierno que se ha comprometido a dar las mismas oportunidades a todas y todos: «el gobierno federal se comprometió desde un inicio a mejorar las condiciones materiales de las escuelas del país, a garantizar el acceso de todos los jóvenes a la educación y a revertir la mal llamada reforma educativa», señala el Plan Nacional de Desarrollo. Más allá de las calificaciones y los certificados, lo que se ha negado a estas mexicanas y mexicanos es el derecho a participar en la sociedad de manera informada, activa y transformadora.

En ese sentido, poner la tecnología, en especial la televisión, al servicio de la educación pública es la razón de ser de la Coordinación General @prende.mx. Estamos convenidos de que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo (como diría Nelson Mandela) y que nuestro país tiene una deuda histórica con miles y miles de jóvenes que no han tenido acceso a la escuela.

Sin embargo, estamos conscientes de un factor clave: la televisión debe ser entretenida: su lenguaje así lo exige, sin importar su contenido. Hay que decirlo: crear programas que se enfoquen al cien por ciento en entretener es más sencillo y, por supuesto, más redituable, ya que se gasta menos en generar ideas y se apela al mínimo esfuerzo. Por eso, se ha generado la idea de que elaborar televisión entretenida y atractiva está peleado con los contenidos valiosos, la reflexión y el aprendizaje. 

En realidad, crear contenidos educativos y atractivos es más que un reto: es una enorme área de oportunidad que ya ha demostrado sus resultados. Sin ir más lejos, en México tenemos los ejemplos de Once Niñas y Niños (incluyendo el mítico Bizbirije que marcó a miles de jóvenes) o de Click Clack y La Dichosa Palabra en el Canal 22 (las generaciones de más edad recordarán Odisea Burbujas, El tesoro del Saber o, por qué no, al Doctor IQ).

Crear contenidos educativos y atractivos es más que un reto: es una enorme área de oportunidad que ya ha demostrado sus resultados.

El caso del Canal del Politécnico es muy destacado porque trajeron a México dos ejemplos definitivos de cómo hacer televisión divertida y educativa: 31 Minutos e Historias Horribles. El primero tiene un lugar primordial en la cultura popular de América Latina, gracias a la densidad de sus ideas, que impactan y cuestionan sin importar la edad del televidente. La segunda es una serie de la BBC basada en una serie de libros que exploran el lado ridículo de la historia británica sin concesiones. El mensaje es que es posible aprender, cuestionar y divertirse: combinación que ayuda a crear un espíritu crítico y transformador.

Crear programas como estos implica, antes que cualquier otra cosa, invertir tiempo e ideas. No se puede crear televisión incluyente sin escuchar todas las posibilidades (tal como no se puede crear un país justo, diverso e incluyente sin la participación de todas y todos). Pero, al mismo tiempo, implica tener muy clara la misión: usar todos los medios posibles para educar. Convertir las pantallas en ventanas en las que cualquier niña, niño o adolescente pueda asomarse y conocer el mundo es el propósito, como ya lo son los pizarrones. Y tal como ocurre en los salones de clase, la televisión educativa en México no puede existir sin la participación de maestras y maestros.

¿Qué mejor ejemplo que Aprende en Casa? Ante la crisis sin precedente generada por la pandemia de COVID-19, fue necesario crear una alternativa para las y los estudiantes pudieran avanzar en su educación. La colaboración entre los medios públicos y privados, bajo la guía de la Secretaría de Educación Pública, no hubiera sido posible sin un elemento fundamental: cientos de maestros de todo el país que se ofrecieron como voluntarios para crear contenidos y ponerse frente a las cámaras. 

Ese es el verdadero reto de la televisión educativa: estar al nivel del compromiso de las y los maestros y de los sueños de niñas, niños y adolescentes. Es momento de ajustar la señal y reinventarnos, para darle a millones de personas la oportunidad de transformar el presente y el futuro: si la educación no consigue eso, entonces estamos haciéndolo muy mal, porque nuestra mayor responsabilidad es que todas y todos los habitantes de México cuenten con las mismas oportunidades y participen en la creación de un futuro incluyente.

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