Como es del dominio público, la mañana del viernes 9 de diciembre de 2005 los principales medios de comunicación de México difundieron lo que parecía ser un operativo policial para detener a una banda de secuestradores en el Estado de México. En ese momento, quienes presenciamos los hechos creíamos que se desarrollaba en vivo tal y como informaron las autoridades, pero con el tiempo se conocieron las circunstancias reales en las que la Agencia Federal de Investigaciones llevó a cabo la acción, y desde entonces se me ha señalado por ser partícipe (o incluso organizadora) de ese montaje. Esto es totalmente falso.
En la cabina de un noticiero de televisión no se tiene control sobre los hechos en vivo que se están poniendo en pantalla. Quienes están allí ven lo mismo que ven los espectadores y eligen la información y las imágenes que presenta el conductor en turno. Cuando se hacen enlaces en vivo, se reacciona ante lo que va ocurriendo y se dan instrucciones a reporteros, camarógrafos y asistentes, siempre con el objetivo de presentar la información de la mejor manera posible. No hay manera ni tiempo de falsear hechos ni elaborar montajes.
Reitero que no tuve conocimiento del hecho antes de que se nos informara desde el lugar. Mis acciones y decisiones respondieron exclusivamente a la información que llegaba en el momento y a lo que veía y escuchaba en un monitor al igual que millones de personas lo hacían en sus casas: como en todos los eventos que cubrí durante los 20 años que trabajé como productora de televisión.
Esa mañana del 9 de diciembre de 2005, ante un acontecimiento que se desarrollaba en vivo, mi labor como productora era garantizar que reportero y camarógrafo estuvieran listos y en el sitio adecuado para reaccionar ante lo que pasara. Asimismo, tenía que poner a cuadro los hechos para dar servicio a la audiencia del noticiero. Sólo contaba con lo que me informaban desde el lugar y lo que registraba la cámara.
Algo importante a recordar es que dichos enlaces no sólo se transmitieron en vivo por Televisa, también fueron emitidos por TV Azteca y en diferentes radiodifusoras. Había más medios de comunicación en el sitio, incluso cubriendo lo que sucedía con helicópteros. Fue la nota más relevante del día y, como tal, se registró y se informó.
En ese periodo las presentaciones a medios de detenidos y operativos eran un asunto cotidiano: nada en particular indicaba que este suceso fuera diferente o tuviera un trasfondo que generara sospechas. La mayoría de los medios de comunicación informaba los logros del Gobierno Federal en la lucha contra la delincuencia, por lo que no era nada extraño o inusual incluir esta información en los contenidos de televisoras y estaciones de radio.
Por otra parte, si bien el productor tiene la autoridad para decidir sobre contenidos, debe atender a una cadena de mando y conciliar las instrucciones y opiniones de diferentes instancias con distintos niveles de autoridad. Hacer televisión en vivo es un trabajo de equipo en el que es difícil que alguien pueda hacer lo que quiera, y esto incluye desde reporteros y conductores hasta directivos.
Llevar a cabo una acción de este tipo y magnitud hubiera implicado juntas previas del equipo, con participación y conocimiento de integrantes de la producción y del gobierno federal: en mi ámbito de responsabilidad eso no sucedió. No hay una sola voz que lo haya confirmado, incluso entre quienes formaban parte del equipo de trabajo y ahora aseguran estar revelando sus versiones. Y cabe mencionar: Televisa siempre ha negado las frecuentes acusaciones de la existencia de un ‘acuerdo’ previo con la Agencia Federal de Investigaciones para crear o transmitir un montaje.
Además, es importante recordar que el 2 de marzo de 2007 Pablo Reinah, el reportero que se encontraba en el sitio esa mañana cubriendo la información para Primero Noticias, recibió a través de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos una respuesta oficial de la Agencia Federal de Investigaciones confirmando que «la información que se le proporcionó sobre el operativo desarrollado por elementos de la Agencia Federal de Investigación, no se precisó que la detención de las personas ocurrió antes de su llegada y, por lo tanto, no se le proporcionó información completa, objetiva y veraz». 1
Hay otro elemento que vale la pena recuperar: la postura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el proyecto de resolución que elaboró en respuesta a la solicitud de Amparo de la ciudadana francesa Florence Cassez, el Ministro Arturo Zaldìvar Lelo de Larrea hace las siguientes reflexiones acerca de la actuación de los medios de comunicación esa mañana:
«(…)resulta fundamental señalar que no es la “opinión pública” o los medios de comunicación a los que se les debe imputar la escenificación ajena a la realidad y el trato anticipado de culpable respecto a la recurrente.
No fueron los medios de comunicación quienes detuvieron a Florence Cassez y no la pusieron a disposición inmediata del Ministerio Público, ni fueron ellos quienes le negaron su asistencia consular y la trasladaron a Las Chinitas. Fue la autoridad.
Fueron los agentes y responsables de la Agencia Federal de Investigación quienes organizaron y prepararon un montaje a efectos de publicitarlo en las principales cadenas de televisión en México. Como quedó reseñado en los antecedentes de esta sentencia, el máximo responsable de esta Agencia reconoció este hecho en una conferencia de prensa, meses después.
Esta Primera Sala no censura que la prensa informe sobre los acontecimientos que resultan de interés nacional, como la lucha contra la delincuencia. Censura que las autoridades encargadas de una detención deformen conscientemente la realidad con el fin de crear un filtro de esta realidad a fin de exponer a una persona frente a la sociedad y, principalmente, frente a las futuras partes del proceso, como los culpables del hecho delictivo.» 2
Por todo lo anterior, reitero que:
Lo ocurrido esa mañana y las consecuencias de los hechos han representado un aprendizaje constante en mi carrera profesional. Además, antes y después de esos hechos, he tenido el privilegio de producir programas con periodistas y académicos del nivel de Jacobo Zabludovsky, Carmen Aristegui, José Woldenberg, Héctor Aguilar Camín o Jorge Volpi, y en medios como Canal 22, El Universal, TV Azteca, TV UNAM o la Universidad de Guadalajara; además de mi trabajo en Televisa (donde no colaboro desde hace más de una década).
Esto ha sido parte importante de las experiencias que, a lo largo de este tiempo, me han confirmado que la labor que desarrollo es de servicio público, principalmente. Y hoy, que tengo el honor y la responsabilidad de hacerlo para la comunicación social del Gobierno de México, esas experiencias y ese objetivo están más claros que nunca, día con día.
Azucena Pimentel Mendoza